Señor Director:

Toda época suele tener sus enfermedades paradigmáticas. En el siglo XXI, y más allá de la actual pandemia, no parecería que vayan a ser estas las enfermedades infectológicas, sino las “neuronales” con la depresión y el síndrome de desgaste profesional, entre las más relevantes. Tal es la propuesta de Byung-Chul Han, un filósofo contemporáneo (Seúl, 1959), quien nos habla de un cambio de paradigma: la sociedad disciplinaria de Foucault se ha transformado en una sociedad del rendimiento1,2. En la primera gobernaba el “no poder” o el “deber”, en la actual, el “poder sin límites”. Just do it nos impele una conocida empresa de artículos deportivos a través en su política publicitaria.

El “inconsciente social”, o lo que podemos llamar genéricamente el mercado, encuentra que el sujeto de rendimiento es más productivo que el de la obediencia. La inducción de la percepción de autorrealización a través del trabajo intensivo resulta más eficiente que la exigencia proveniente de otros y además va acompañada de la sensación de libertad en las decisiones, de ser emprendedores de nosotros mismos; para colmo, quien fracasa, se hace a sí mismo responsable y se avergüenza; en vez de poner en duda al sistema, dirige la agresión contra sí mismo.

En este punto y dado que estamos entre ingleses es bueno ser contraculturales y poder recordar esa famosa sentencia de Sir Winston Leonard Spencer Churchill (1874-1965): “El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”.

En la sociedad del rendimiento la posibilidad de una atención profunda es reemplazada por una dispersa que va rotando su foco en distintas tareas, procesos y fuentes de información; llamamos a esto multitasking. Según Walter Bendix Schönflies Benjamin (1892-1940), además, como consecuencia de la falta de relajación sucede la pérdida del don de escucha, no es de extrañar entonces que en buena medida los vínculos posmodernos tiendan a ser más débiles y pasajeros, aunque las redes y nuestros contactos nos den una percepción diferente3.

Hoy es posible trabajar en todas partes y en todo momento, nos volvemos máquinas de rendimiento, el triunfo del “animal laborans” de Hannah Arendt, pero en base a optimizarnos para funcionar mejor es que nos vamos agotando, con el inconveniente de que el desgaste es progresivo, saturable y por lo tanto poco accesible a una percepción inmediata4.

Finalmente llegamos a lo que Byung-Chul llama el “infarto del alma”, un cansancio depresivo, el que P. Handke conceptualiza como “el cansancio que separa”.

En conclusión, nos autoexplotamos en búsqueda de la optimización y bajo la creencia de realizarnos voluntariamente, paradójicamente la enfermedad es el antídoto que nos obliga a detenernos5.

Será cuestión de intentar volver a las fuentes. Según Aristóteles hay tres formas de vida libre: la que se consagra al disfrute de las cosas bellas, la que produce acciones bellas en la polis y finalmente la vida contemplativa.

“A los activos les falta habitualmente una actividad superior […] en este aspecto son holgazanes [...]. Los activos ruedan, como rueda una piedra, conforme a la estupidez de la mecánica.” Al decir de Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900).

Al decir de nuestro filósofo oriental, eje de la presente nota:

“El mundo se ha convertido nada más que en unos grandes almacenes […] llenamos el mundo de cosas con una duración y una validez cada vez más breves […]. Deberíamos volver a convertir los grandes almacenes en una casa, es más, en un centro festivo en el que realmente merezca la pena vivir.”

1. Byung Chul Han (2021). La sociedad del cansancio. 2021. Argentina. Editorial Herder.

2. Foucault, Paul-Michel (1926-1984). Vigilar y castigar. 2008. España. Editorial Siglo XXI Editores.

3. Benjamin, Walter (1892-1940). El narrador. 2016. Chile. Editorial Metales Pesados.

4. Arendt, Hannah (1906-1975). La condición humana. 2004. Argentina. Editorial Paidós.

5. Handke, Peter (1942). Ensayo sobre el cansancio. 2020. España. Editorial Alianza.

6. Nietzsche, Friedrich (1844-1900). Humano, demasiado humano. 2019. Madrid. Mestas Ediciones.

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El infarto del alma, el otro infarto

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