Historia
René G. Favaloro (1923-2000): a 100 años de su nacimiento
Josefina Príncipe, Pablo Young
Revista Fronteras en Medicina 2023;(03): 0190-0205 | DOI: 10.31954/RFEM/202303/0190-0205
René Favaloro fue un reconocido médico argentino, no solo por haber cambiado el rumbo de la cirugía cardiovascular a través de la creación del bypass coronario, sino también por su vocación en la medicina, su interés por la desigualdad social y económica en el país, y por sus valores como persona. En cualquier punto de la Argentina en el que se escuche este nombre surgirá alguna breve anécdota o historia de admiración hacia su trayectoria o su personalidad, debido a que fue una persona influyente tanto en el campo de la medicina como en la política argentina. Es por ello por lo que el presente trabajo tiene como objetivo destacar su obra, pero principalmente todo el camino recorrido durante su educación médica y formación para la vida.
Palabras clave: cirugía cardíaca, bypass coronario, historia de la medicina.
René Favaloro was a recognized Argentine Doctor, not only because he changed the course of cardiovascular surgery through the creation of coronary bypass but also for his vocation in medicine, his interest in social and economic inequality in the country, and for his values as a person. Anywhere in Argentina where this name is heard, some brief anecdote or admiration story will emerge about his career or personality, because he was an influential person both in the field of medicine and politics. That is why the present work aims to highlight his work, but mainly all the path traveled during his medical education and life training.
Keywords: heart surgery, coronary bypass, history of medicine.
Los autores declaran no poseer conflictos de intereses.
Fuente de información Hospital Británico de Buenos Aires. Para solicitudes de reimpresión a Revista Fronteras en Medicina hacer click aquí.
Recibido 2023-07-11 | Aceptado 2023-08-21 | Publicado 2023-09-30
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Lo que se ha logrado no muere, pero con demasiada frecuencia, la personalidad de quienes han pasado la antorcha de una generación a otra pronto se desvanece en el olvido…
Harvey Williams Cushing (1869-1939)
Su núcleo familiar
René Gerónimo Favaloro (Figura 1) nació el 12 de julio de 1923 en una casa humilde del barrio “El Mondongo” en la ciudad de La Plata. El barrio era conocido con ese nombre debido a que su población estaba integrada mayormente por trabajadores de los frigoríficos cercanos, que solían recibir mondongo como parte de pago1.
Nieto de inmigrantes italianos, sicilianos por parte de padre y toscanos por parte de madre. Era el hijo mayor de una familia humilde, su padre Juan Manuel Favaloro era carpintero y su madre Geni Raffaeli, quien constituía una pieza fundamental en el sostenimiento del hogar, era modista. Ambos trabajaban desde el hogar, su madre pasaba horas en el living de su casa confeccionando prendas y su padre tenía un taller donde realizaba todas sus obras con mucho empeño y dedicación, en las que siempre el arte era prioridad antes que el dinero. Fue allí donde René adquirió varias de sus habilidades en el ámbito de la carpintería tales como el tallado de la madera que más adelante le facilitarían su desempeño en las prácticas quirúrgicas2-4.
En su hogar, gracias a sus padres y abuelos aprendió gran parte de los valores que marcarían su camino de vida tales como el esfuerzo, educación, respeto y dedicación, aquellos que incluso serían indispensables en su futura profesión médica.
Principales influencias en la vida
de Favaloro
Uno de los principales estímulos en su vocación y admiración por la medicina la adquirió de su tío, el hermano menor de su padre. Fue el único de la familia que accedió a la educación universitaria debido a que al ser el menor se vio favorecido por los ingresos crecientes en la familia a diferencia de los demás hermanos, que, si bien accedieron a educación primaria y secundaria, luego ejercieron trabajos como obreros1-4.
René, al ser el primer sobrino varón en la familia, entabló una relación muy profunda, lo que permitió que le compartiera sus experiencias, lo llevara a su consultorio y le contara distintas anécdotas de la medicina. Allí, sentado en la sala de espera del consultorio, fue donde descubrió poco a poco su interés por la profesión3,4. Con apenas cuatro años, Favaloro comenzó a manifestar su deseo de ser “doctor”5.
Su abuela materna, Cesárea, fue otra persona que acompañó e inculcó valores a su educación. René se refería a ella como la mejor mujer a la que tuvo el placer de conocer, ya que era el centro de la familia, siempre se manejaba con cariño y fue quien le transmitió el amor por la tierra. A ella le dedicó su tesis de doctorado: “A mi abuela Cesárea, que me enseñó a ver belleza hasta en una pobre rama seca”2.
Otra parte fundamental de su aprendizaje fueron sus profesores: el Dr. Egidio Mazzei (1907-1984) (Profesor Titular de la Segunda Cátedra de Clínica Médica de la Universidad Nacional de La Plata, cargo que desempeñó de 1943 hasta 1956), José María Mainetti (1909-2006) y Federico Enrique Bruno Christmann (1898-1987). Presenció las cirugías de Mainetti en el Hospital Policlínico de La Plata que se ubicaba a una cuadra de su casa (hoy Hospital San Martín de La Plata), de quien captó su espíritu renovador, y Christmann, de quien aprendió la simplificación y estandarización que aplicaría después a la cirugía cardiovascular, quizás la mayor contribución de Favaloro a las operaciones sobre el corazón y los grandes vasos2,6,7. Sería Christmann quien diría, no sin razón, que para ser un buen cirujano había que ser un buen carpintero.
El inicio de sus estudios
René cursó la primaria en la Escuela nº 45 y más tarde, luego de un riguroso examen, ingresó en el prestigioso Colegio Nacional de La Plata en 1936. “Allí, docentes como Ezequiel Martínez Estrada y Pedro Henríquez Ureña le infundieron principios sólidos de profunda base humanística. Más allá de los conocimientos que adquirió, incorporó y afianzó ideales como libertad, justicia, ética, respeto, búsqueda de la verdad y participación social, que había que alcanzar con pasión, esfuerzo y sacrificio”8. Sin embargo, siempre priorizó su interés y curiosidad por el estudio de las ciencias biológicas a las que le dedicó la mayoría de su esfuerzo y tiempo.
Finalizado el colegio secundario ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. Allí su interés y vocación fue incrementando a medida que pasaban los años y los contenidos teóricos aumentaban y eran cada vez más específicos. Fue participando cada vez más de las actividades prácticas en el hospital policlínico de La Plata, al que asistió por primera vez en tercer año en la cátedra de semiología. Concurría a los distintos trabajos prácticos de los cuales era ayudante, a cátedras de disección y cirugías que observaba de sus maestros. Este interés era tal que incluso asistía los fines de semana al hospital donde se entremezclaba con alumnos de último año4,8.
Como era de esperarse en aquella época, su carrera fue interrumpida por el servicio militar obligatorio, al que asistió durante un año, y luego volvió al hospital para seguir perfeccionándose y adentrándose en el mismo. El hospital Policlínico en ese entonces era el más importante de la zona y por lo tanto el que recibía la mayor cantidad de casos y con toda variedad de patologías, lo que permitió un mayor conocimiento a sus alumnos. En sus últimos años de facultad, Favaloro continuó especializándose allí, donde pasó sus mañanas trabajando y muchas noches de guardia. Fue discípulo de grandes cirujanos como Mainetti y Christmann e incluso realizó un curso de posgrado en cirugía pulmonar y esofágica con los hermanos Enrique (1881-1948) y Ricardo (1888-1962) Finocchieto en el Hospital Rawson9-14.
Unos años más tarde, su carrera sufrió nuevamente un contratiempo, pero en este caso por factores políticos, en 1945 con la llegada del peronismo al gobierno muchas cosas cambiaron en Argentina. Como Favaloro relata en su libro “recuerdos de un médico rural”, el participó de una generación que tuvo que enfrentarse a la demagogia y el acomodo en los puestos de trabajo, a apoyar un gobierno por el mero hecho de tener un puesto de trabajo o por temor a perderlo por otro que sí se manifestara a favor. Todas las medidas tomadas en ese entonces eran políticas, ya no se concursaba por los puestos, sino que eran asignados por los profesores, debía firmarse el apoyo a la doctrina del gobierno para asumir los cargos, y así fue como progresar en el ámbito hospitalario era cada vez más difícil2.
En sus años de estudio participó de muchos movimientos universitarios en favor de la democracia y la libertad. Al graduarse en 1948, se liberó una vacante como médico auxiliar en el hospital a la cual él aspiró durante tanto tiempo. Su elevado promedio era suficiente para el puesto, pero otra vez esta posibilidad se vio frustrada, ya que para acceder a él debía firmar en apoyo al gobierno, dejando de lado las convicciones en las que había creído y pregonado durante tanto tiempo2.
Tiempo más tarde recibió una carta proveniente de Jacinto Arauz (provincia de la La Pampa), lugar de residencia de su tío, en la que le comunicaba que el único médico de la zona estaba enfermo y no podía seguir atendiendo a la gente del pueblo, por lo cual la vacante estaba libre. Luego de pensar y evaluar las posibilidades e impulsado por la situación política que lo abrumaba en La plata, por la incertidumbre de conseguir un trabajo y poder ayudar a su familia decidió suplantar al médico rural1-3,10.
A partir de este momento el rumbo y el propósito de su vida cambiaría. En Jacinto Arauz Favaloro vivió una vida austera, al servicio de los demás y atento a las desigualdades e injusticias de la gente. Esta gran vocación de servicio, el desinterés por los bienes materiales y la humildad en la profesión médica no fue única en la historia de la medicina, sino que nos obliga a rememorar a Esteban Laureano Maradona (1895-1995), el primer médico rural. Maradona al igual que Favaloro vivió gran parte de su vida en el interior del país ayudando a aquellos que más lo necesitaban debido a sus condiciones sociales y de salud, curó y educó los indígenas de la zona y trabajó en la mejora de las condiciones de vida de los pueblos del Chaco y Formosa. Fue reconocido por distintas sociedades médicas del país, es recordado por su gente como el Dr. Dios e indudablemente dejó un legado para todo aquel que practicare la medicina, pero sin embargo humildemente manifestaba “Yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes”15.
Su siguiente destino como médico
El 25 de mayo de 1950 armó sus valijas y emprendió el tren con destino a La Pampa. Fue recorriendo los distintos paisajes y pueblos vecinos hasta llegar a la planicie característica de su lugar de destino. Jacinto Arauz era un pueblo de, en ese entonces, únicamente diez manzanas y dividido en dos mitades muy rivalizadas por la vía del ferrocarril. La población en la zona era escasa y entre todos los pueblos zonales juntaban alrededor de veinte mil personas. Las familias en el pueblo en general eran numerosas y la mayoría eran chacareras, los hijos o trabajaban en la chacra familiar o debían migrar hacia otras ciudades a ejercer el trabajo rural para poder tener un futuro2,3.
La vida de los pobladores era muy dura. Los caminos eran intransitables los días de lluvia; el calor, el viento y la arenisca eran insoportables en verano y el frío de las noches de invierno era extremo. Favaloro comenzó a interesarse por cada uno de sus pacientes en los que procuraba ver su alma. De esa forma pudo llegar a conocer la causa de los padecimientos de todo aquel que viajara a Jacinto Arauz en busca de atención médica2,3.
Si bien eran múltiples las razas y religiones que podían encontrarse en este pequeño pueblo, todos vivían en comunidad y hermandad pese a sus diferencias, centrando todos sus esfuerzos en progresar y trabajar las tierras. Esto fue algo que marcó el cariño y relación de Favaloro por esta gente. “Ese era el escenario donde se desarrollaría mi acción. Una zona difícil, agreste, donde todo había sido conseguido con esfuerzo. Una zona donde había mucho para sufrir y poco para gozar, pero que servía para demostrar cómo el hombre, viviendo en comunidad y con esfuerzo y dedicación, puede desarrollarse y contribuir al engrandecimiento de nuestra patria”2.
Sus inicios en Jacinto Arauz
Al llegar inmediatamente entabló una buena relación con el doctor local Dardo Rachou Vega, quien le dejó su puesto debido a que tenía que realizar un tratamiento por cáncer de pulmón. Rachou lo guió al consultorio y explicó brevemente a que se enfrentaría: “Aquí hay que hacer de todo. Desde clínica general hasta la pediatría, obstetricia, traumatología de urgencia o pequeñas cirugías”2.
La atención era precaria por lo que en general parte de los pacientes eran derivados a Bahía Blanca o Santa Rosa. La tarea en el consultorio era ardua, pero más aún la atención en el campo que era la de mayor entrada económica, y se aumentaba el costo dependiendo de la distancia a la que se encontraba del pueblo. El médico debía recorrer los distintos caminos precarios y destruidos por la lluvia, para llegar a atender partos o niños en las casas.
Lo que comenzó siendo un reemplazo temporal de alrededor de un año en Jacinto Arauz, fue extendiéndose hasta que Favaloro pensó en la idea de quedarse a ejercer allí. “Lentamente fui elaborando la idea de afincarme y, a través de la creación de un centro asistencial, mejorar la tarea médica e indirectamente contribuir al desarrollo social y educacional de este territorio con el que me había ido entremezclando”2. Se trataba de quedarse para cambiar la realidad de un pueblo que estaba rodeado por pobreza y miseria.
En principio creó su propio consultorio en el que atendía los pacientes que Ranchou le derivaba. Ideó la creación del primer banco de sangre en la zona, el cual era “móvil” ya que él conocía donde vivían los donantes y los buscaba siempre que necesitara una donación; y también creo su propia salita de operaciones. En 1951, luego de un largo deterioro, finalmente el doctor falleció y la responsabilidad ante la comunidad pasó a ser completamente de Favaloro, quien con la ayuda de su tío Manolo, su novia (Figura 2), los maestros, el farmacéutico del pueblo y su hermano Juan que se encontraba estudiando medicina en La Plata fue ideando la creación de la clínica. En 1951 se casó con María Antonia Delgado o Tony como todos le decían en La Plata, que había sido su compañera de la secundaria. Ella se convertiría en su fuente de vida, coraje y consuelo por casi cinco décadas, falleciendo de un cáncer de páncreas en 1998. En Jacinto Arauz su situación económica era escasa y dependía solo de sus ingresos de las consultas médicas, por lo tanto, la creación de la clínica llevó un largo tiempo y esfuerzo de la gente del pueblo.
Al poco tiempo se sumó a la clínica su hermano, Juan José (Figura 3), quien se integró muy pronto a la comunidad por su carácter afable y su gran capacidad de trabajo. Durante los años que ambos permanecieron en Jacinto Arauz trabajando en conjunto elevaron el nivel social y educacional de la región2,3.
“Con la ayuda de los maestros, los representantes de las iglesias, los empleados de comercio y las comadronas, de a poco fueron logrando un cambio de actitud en la comunidad que permitió ir corrigiendo sus conductas. Así, lograron que casi desapareciera la mortalidad infantil de la zona, redujeron las infecciones en los partos y la desnutrición, organizaron un banco de sangre viviente con donantes que estaban disponibles cada vez que los necesitaban y realizaron charlas comunitarias en las que brindaban pautas para el cuidado de la salud”2.
En busca del desarrollo personal
A pesar de su comprometida tarea con la medicina rural y preventiva, Favaloro siempre mantuvo su interés por los progresos de la ciencia y principalmente por la cirugía. Leía las últimas actualizaciones y descubrimientos y viajaba frecuentemente a Buenos Aires y La Plata para perfeccionarse. Luego de doce años de su ejercicio como médico rural y con su constante curiosidad en crecimiento, principalmente en cirugía cardiotorácica, decidió seguir perfeccionándose en Estados Unidos. En algún momento entre los años 1959 y 1962, el Prof. Mainetti (fundador de un instituto oncológico en La Plata) visitó a su amigo, el Dr. George Crile, Jr.(1907-1992), cirujano oncológico de la Cleveland Clinic. Gracias a la recomendación y al contacto de Mainetti y pese a sus limitaciones ya que no hablaba inglés ni había revalidado su título, luego de un año de residencia en el país fue aceptado en la Cleveland Clinic en al año 1962 a los 39 años, a la cual ingresó luego de un tiempo como residente para actualizar sus conocimientos y profundizar su experiencia en el campo quirúrgico.
En ese entonces, el Departamento de Cirugía Cardiovascular y Torácica estaba integrado por el Dr. Donald Brian Effler (1915-2004), jefe de Cirugía Cardiovascular (Figura 4) y su socio, el Dr. Laurence K. Groves (1922-2007), además a un residente senior y junior. Trabajó junto a Frank Mason Sones, Jr. (1918-1985) (Figura 5), a cargo del Laboratorio de Cineangiografía (creador de la angiografía coronaria selectiva en 1962) y William L. Proudfit (1914-2020) (Figura 6), Jefe del Departamento de Cardiología2,10,16. El liderazgo cardiológico de la Cleveland Clinic sigue vigente con Eric Topol.
Inicialmente fue aceptado como observador, sin recibir un sueldo, hasta que logró aprobar el examen conocido como Educational Council of Foreign Medical Graduates examination. Sus tareas consistían únicamente en observar, ayudar a los anestesistas, mover las camas, limpiar y manipular las máquinas y colocar catéteres. En la Cleveland Clinic realizó toda la residencia e incluso fue miembro del equipo de cirugía unos años más tarde.
Al principio, la mayor parte de su trabajo se relacionó con la enfermedad valvular y congénita. Pero luego fue investigando otros campos, como el estudio de cine coronariografías del doctor Mason Sones con quien entabló una relación de amistad y de enseñanza recíproca y a quien consideró “el líder indiscutible”. Pasó parte de sus jornadas en el subsuelo de la clínica observando cinecoronariografías, allí profundizó sus conocimientos sobre la anatomía de las arterias coronarias y su relación con el músculo cardíaco. Esto favoreció su técnica quirúrgica, disciplina y su experiencia.
Tiempo antes de la llegada de Favaloro a la Cleveland Clinic (Figura 7) en 1962 habían ocurrido dos eventos importantes en lo que respecta a la cirugía cardiovascular. El Dr. Effler y su equipo habían operado exitosamente una obstrucción en la arteria coronaria izquierda con la técnica de injerto de parche descrita por Ake Senning (1915-2000); y el Dr. Sones había realizado una cinecoronariografía a un paciente operado con la técnica de Vineberg (implante de la arteria mamaria interna) que permitió demostrar por primera vez la efectividad de esta técnica. Estos avances en el equipo quirúrgico motivaron a encontrar una solución a la enfermedad coronaria9-12.
Debido a esta constante tarea de observación, Favaloro distinguió dos tipos de pacientes: algunos con enfermedad difusa de varias ramas de las coronarias y otros con obstrucción localizada principalmente a nivel proximal. Esto último motivó la idea de realizar puentes de las coronarias con la vena safena, procedimiento que en ese entonces se utilizaba para la arteriopatía periférica pero nunca había sido utilizado en la cirugía coronaria. Por ese entonces se utilizaban dos técnicas en la cirugía cardíaca: la operación de Vineberg (creada por Arthur Vineberg 1903-1988, cirujano canadiense) y las reparaciones de obstrucciones localizadas con la técnica de parche de pericardio desarrollada por Senning o de interposición de vena safena, pero esta última tuvo una alta morbimortalidad al aplicarla en la coronaria izquierda17-19. Es por ello por lo que Favaloro planteó la idea de crear puentes, anastomosis o bypasses entre las arterias utilizando la vena safena: cirugía que consiste en redirigir el flujo coronario evitando la parte obstruida de las coronarias y permitiendo un restablecimiento del flujo al músculo cardíaco y consecuente alivio de los síntomas20,21.
Llevó a la práctica sus ideas por primera vez en mayo de 1967 en un paciente grave con angina a mínimo esfuerzo que aceptó probar la novedosa técnica. Utilizó la propia vena safena del paciente para unir las secciones proximal y distal no ocluidas del vaso, evitando así la obstrucciónde la arteria coronaria derecha de una paciente de 51 años y 8 días después Sones confirmó que el bypass estaba permeable. La revascularización directa pronto fue reemplazada por la del puente aortocoronario o cirugía de revascularización miocárdica (CRM). Las primeras operaciones fueron realizadas solo en la coronaria derecha; sin embargo, en 1968, hizo la primera revascularización de la descendente anterior como una intervención de emergencia. Ese mismo año se desarrollaron criterios adecuados para la selección de pacientes, la combinación de cirugía de bypass con otros procedimientos como reemplazo valvular y aneurismectomía, y cirugía de bypass de emergencia en infarto inminente e infarto agudo. A finales de 1969, el equipo de la Cleveland Clinic había operado a 570 pacientes y en junio de 1970 esta cifra había aumentado a 1.086 con una mortalidad del 4.2%. El éxito de la cirugía de revascularización fue tal, que la tasa de mortalidad quirúrgica fue menor que la de pacientes en espera de cirugía, lo que llevó a la Cleveland a ampliar el Departamento de Cirugía Cardiovascular para satisfacer la abrumadora demanda de los pacientes10,22,23.
Es menester destacar que el Dr. Wenner Dudley Johnson (1930-2016) realizaba un trabajo similar en Marquette, pero sus resultados fueron publicados un tiempo después que Favaloro.
Su éxito fue publicado en detalle en su libro Surgical Treatment of Coronary Arteriosclerosis, en 1970 (Figura 8). Este procedimiento permitió cambiar la vida de miles de personas, cambiar la evolución de la enfermedad coronaria y mejorar la sobrevida. Generó un gran impulso en la cirugía cardiovascular a nivel mundial, aumentando los centros especializados en CRM, incrementando el número de cirugías anuales y a su vez marcó un drástico cambio en el desarrollo de las generaciones de futuros médicos y cirujanos. Tal fue el impacto que el mismo Dr. Mason Sones, padre de la cinecoronariografía, una vez dijo “twentieth century cardiology can be divided into the pre-Favaloro and the post-Favaloro era”10,16.
Este libro constituyó una contribución importante, pues resumió toda la tarea realizada hasta ese entonces y documentaba los progresos ocurridos en el año 1968:
• la utilización de bypasses aortocoronarios con la reconstrucción del ventrículo izquierdo (aneurismectomía o resección de porciones de áreas cicatrizadas);
• la realización concomitante de cirugía de bypass aortocoronario con reemplazos valvulares en pacientes con patologías valvulares múltiples;
• la aplicación de la técnica del bypass en la distribución de las ramas de la arteria coronaria izquierda, detallada en la presentación anual de la American Association for Thoracic Surgery;
• un hecho importante: las primeras aplicaciones de la técnica del bypass aortocoronario en pacientes con infarto agudo de miocardio; en 1970 publicaría otro trabajo en el que comenta casos posteriores de aplicación de esta técnica;
• la realización del bypass doble (arteria coronaria descendente anterior y derecha) en marzo de 1968 -efectuado con anterioridad con la técnica de interposición- que le abrió las puertas al bypass múltiple4,6,10.
Breve historia de la cirugía
coronaria
El campo de la CRM fue muy estudiado a lo largo de las décadas y múltiples técnicas fueron probadas y descartadas20-22. Debido a ello, se pueden diferenciar varias etapas: la primera fue de estudios iniciales y pruebas en animales. En 1910 fue la primera descripción de la técnica de “bypass” o anastomosis de vasos por el Dr. Marie Joseph Auguste Carrel-Billiard conocido como Alexis Carrel (1873-1944) por lo cual recibió el Premio Nobel en 1912, quien además fue el primero en realizar un bypass con injerto de carótida en la aorta descendente y la coronaria izquierda en un modelo experimental24.
Luego, una segunda etapa entre 1935 a 1953 en que predominaban las técnicas de revascularización indirecta, es decir, revascularización del miocardio desde tejidos circundantes y de redirigir el drenaje venoso del corazón retrógradamente al miocardio. Tal fue el ejemplo de Claude S. Beck (1894-1971), que en 1935 desarrolló una técnica donde escoriaba el pericardio e injertaba en el mismo, mediante suturas, músculo pectoral (cardiomiopexia) o grasa pericárdica (cardioomentopexia) pediculados para lograr un suplemento de flujo sanguíneo al miocardio25. Además, en este mismo año, comenzó a implementarse la utilización de la heparina, lo cual redujo la incidencia de trombosis de bypass llevando a mejores resultados y una mayor sobrevida.
La tercera fase concurrió entre los años 1954 a 1966 en la que predominaron los procedimientos quirúrgicos tempranos. La misma fue una etapa de gran avance en el campo de la cirugía cardiovascular, estuvo marcada por la revascularización directa del miocardio, en este periodo muchas técnicas fueron implementadas con una meticulosa evaluación de los riesgos y beneficios, la permeabilidad de las arterias y la supervivencia o no a largo plazo. Fue probada la endarterectomía pero luego abandonada20-22.
En 1958, la aparición de la cinecoronariografía (selectiva en 1962), desarrollada por Mason Sones, uno de los principales mentores del Dr. Favaloro, permitió entender la anatomía a la perfección. Favaloro siempre destacó la importancia de este estudio para evaluar la anatomía y permeabilidad de las arterias tanto en el pre- como el posoperatorio. Este fue el cambio radical y novedoso que permitió la mejoría de su técnica, distinguiéndose de otros cirujanos, como Kolesov en Rusia, quien contaba con la técnica y la experiencia, pero no era respaldado por la coronariografía.
En 1962, David Coston Sabiston Jr. (1924-2009), de la Universidad de Duke, realizó el primer bypass en humanos. Dos años después, Edward H. Garrett (1926-1996), quien trabajó con Michael Ellis DeBakey (1908-2008), realizó otro bypass. Sin embargo, especialistas en cardiología refirieron que esos procedimientos se realizaron en situaciones de emergencia en el quirófano. Los procedimientos no fueron satisfactorios, ya que los pacientes presentaron infarto agudo al miocardio en el período posoperatorio. Ninguno publicó sus resultados en 10 años, ni tampoco se dedicaron a desarrollar la técnica20-22.
Vasilii Ivanovich Kolesov (1904-1992), en el año 1964, en la incomunicada Rusia, hace las primeras anastomosis de arteria mamaria a coronaria sin circulación extracorpórea. Su trabajo fue publicado en el mundo occidental con mucho retraso. Puede ser que fuera una prolongación de los trabajos experimentales de Vladimir Petrovich Demikhov (1916-1998) realizados en 195226,27.
En el año 1960, Robert H. Goetz realizó una anastomosis exitosa de la arteria mamaria derecha a la arteria coronaria derecha usando un anillo de tantalum28,29. Finalmente, en el año 1962 la técnica de Vineberg fue aprobada. Una técnica de revascularización indirecta generando un túnel intramiocárdico, con un implante de la arteria mamaria, paralelo a la circulación coronaria lo que permitió generar colaterales por el mecanismo que actualmente se conoce como angiogénesis.
La cuarta etapa (1967-1978) se caracterizó por la implementación de puentes de desvío arterial coronario, siendo el protagonista René Favaloro, quien lejos de adjudicarse un logro individualista consiguió esta técnica en base a la observación de aciertos y errores de técnicas previas. Fue así como por primera vez en la historia de la cirugía de revascularización miocárdica se llegó a una técnica efectiva, duradera y reproducible y que continuó en evolución hasta la actualidad con el objetivo de mejorar la expectativa de vida de los pacientes y reducir la mortalidad del proceso10.
A pesar de la excelencia de su técnica quirúrgica, Favaloro fue un fiel promotor de que solo se trataba de un tratamiento paliativo, por lo cual hizo hincapié en que se debió identificar y comprender y tratar los factores de riesgo para frenar y revertir en lo posible la enfermedad aterosclerótica30.
En 1967 Favaloro realizó el primer bypass con técnica de interposición de un injerto de vena safena con anastomosis proximal y distal a una mujer con una obstrucción del 100% (Figuras 9 y 10).
El año 1968 fue conocido como el año de los progresos porque se implementó la CRM asociada a otros procedimientos como reconstrucción de ventrículo izquierdo y reemplazo valvular concomitante. A su vez, se empezó a realizar la CRM como cirugía de urgencia en pacientes con angina inestable e infarto agudo, la CRM en la coronaria izquierda y la CRM doble20-22.
Basados en la extensa experiencia adquirida en la técnica de Vineberg en disecar mamarias, el puente mamario surgió como opción a partir de la experiencia de Green y cols.31 En 1970 Favaloro decide mejorar su técnica utilizando el injerto con la arteria mamaria interna mediante la misma técnica quirúrgica de anastomosis aortocoronaria sin la utilización de microscopio, lo que según él permitió una mejor difusión y entendimiento de la técnica a los médicos alrededor del mundo. Loop, discípulo de Favaloro, publicó y estandarizó la técnica con arteria mamaria y puentes venosos y mostró excelentes resultados a largo plazo en 197332.
El principal mensaje de Favaloro no fue el éxito de revascularizar el miocardio o plantear reperfundir el infarto agudo de miocardio; fue, según sus propias palabras, el ‘nosotros’ es más importante que el ‘yo’. En medicina los avances son siempre el resultado de una suma de logros acumulados a lo largo de los años; al decir de Sir Isaac Newton (1642-1727): “Si he visto más lejos, es porque he estado parado sobre hombros de gigantes”.
A pesar de la excelencia de su técnica quirúrgica, Favaloro fue un fiel promotor de que solo se trataba de un tratamiento paliativo por lo cual hizo hincapié en que se debió identificar y comprender y tratar los factores de riesgo para frenar y revertir en lo posible la enfermedad aterosclerótica.
El retorno a Argentina
Durante una de sus visitas a Estados Unidos, el director del Güemes, Mauricio Barón, le hizo una propuesta formal de trabajo y le dio garantías de continuidad. Le habló de la construcción de una nueva torre para albergar al sanatorio (que efectivamente se construyó poco después en la avenida Córdoba y Francisco Acuña de Figueroa) y hasta alardeó con la instalación de un servicio similar al de la Cleveland Clinic, que iba a estar a su cargo. El ofrecimiento contemplaba la puesta en marcha de cinco salas de cirugía y toda la tecnología necesaria. Lo convenció.
Se sabe que en el año 1965 Favaloro terminó su residencia en Cleveland y volvió a la Argentina tratando de incorporarse en el Hospital Italiano de Bs.As. donde trabajaban entre otros el Dr. Ricardo Pichel, años más tarde Rector fundador de la Universidad Favaloro. Pocos días después de iniciar las gestiones con las autoridades del hospital recibió un telegrama de Dr. Donald Brian Effler pidiéndole que retornara y que sería nombrado Assistant Staff, lo revela el interés que despertó en Cleveland el desempeño de Favaloro mucho antes de haber desarrollado el bypass.
Para cuando Favaloro asistió al VIII Congreso Argentino de Cardiología en Río Tercero, Córdoba, en octubre de 1969, ya había tomado la decisión de volver al país y así se lo adelantó a varios conocidos, aunque en forma reservada. A principios de 1970 pasó una prueba de fuego: operó con éxito a más de treinta pacientes en el Güemes. Ese mismo año se publicó su libro Surgical Treatment of Coronary Arteriosclerosis, en el que resumió toda la experiencia de ese período, una contribución académica que sentó las bases teóricas y prácticas de la técnica del bypass aortocoronario.
En septiembre, Favaloro se erigió en una de las figuras más rutilantes del VI Congreso Mundial de Cardiología celebrado en Londres. En esa ocasión, participó de un simposio junto con los cirujanos canadienses Arthur Vineberg y Raymond Heimbecker (1922-2014) y el experimentado cardiólogo estadounidense Charles Kaye Friedberg (1905-1972). La capacidad del salón donde se hizo la presentación quedó superada debido al gran interés que despertaban los disertantes. Los presentes, entre ellos una eminencia de la especialidad como Paul Dudley White (1886-1973), tuvieron que seguir la charla de pie. En un momento, decenas de médicos que habían quedado afuera sin localidades entraron por la fuerza y la actividad estuvo a punto de suspenderse, pero finalmente se decidió seguir adelante.
Favaloro se abocó a explicar en detalle el procedimiento del bypass aortocoronario. Después de que expusiera sobre el número de intervenciones realizadas y la baja tasa de mortalidad, Friedberg expresó sus reparos. El médico argentino le respondió con solvencia y lo invitó a revisar los registros de la Cleveland Clinic, donde a mediados de 1970 el número de operaciones de bypass era superior a mil, incluyendo cerca de doscientas derivaciones dobles, triples o cuádruples, con una tasa de mortalidad de un 4.2%.
Uno de los organizadores del evento, Donald Nixon Ross (1922-2014), había programado por fuera de la agenda del congreso varias operaciones de bypass en el National Heart Hospital, donde los más encumbrados cirujanos del mundo no perdieron la oportunidad para ver operar a René Favaloro, quien, de paso, se ganó un espacio en la historia de la medicina británica al llevar a cabo la primera derivación de la arteria coronaria realizada en el Reino Unido.
En aquel encuentro hubo una extraordinaria presencia de galenos argentinos: 147. Varios de ellos le acercaron propuestas de trabajo y Favaloro tomó nota. Para entonces, su retorno al país natal tenía fecha ya definida para mediados de 1971. Sin embargo, todavía era casi un secreto de Estado. Sabía que tenía que dar aviso con suficiente antelación en la Cleveland Clinic, pero temía las reacciones de sus jefes y compañeros. También le preocupaba la segura resistencia de su esposa, a quien había notado reacia a la idea cada vez que se la había sugerido. Estaba muy cómoda en Cleveland, donde disfrutaba del cuidado de su casa y de un pequeño grupo de amigas, así como de acompañar a su marido en sus frecuentes viajes por el mundo.
Una tarde de octubre, a poco de regresar de Inglaterra, se sentó frente a una máquina de escribir en su oficina y buscó las palabras justas para dar a conocer su decisión. Con la vista nublada dejó la nota en el despacho de Effler, que ya se había retirado, y caminó hasta su casa. Había rechazado una oferta millonaria para quedarse en Estados Unidos.
“Querido doctor Effler: Como usted sabe, no existe cirugía cardiovascular de calidad en Buenos Aires. Los pacientes se van a diario a San Pablo o a los Estados Unidos. Algunos tienen suficiente dinero para viajar, pero otros deben realizar tremendos esfuerzos económicos (un paciente tuvo que vender su casa). La mayoría no puede siquiera pensar en venir. Mueren lenta pero inexorablemente sin acceder al tratamiento adecuado. Médicos brillantes vienen a este país en busca de educación de posgrado. Después de dos o tres años de excelente entrenamiento vuelven a la Argentina para encontrar solo indiferencia. Los maestros no pueden aceptar nuevas ideas. Algunos regresan a los Estados Unidos y otros permanecen aletargados, rodeados de frustración. Una vez más el destino ha puesto sobre mis hombros una tarea difícil. Voy a dedicar el último tercio de mi vida a construir un centro torácico y cardiovascular en Buenos Aires. En este momento en particular, las circunstancias indican que soy el único con la posibilidad de hacerlo. Ese departamento estará dedicado, además de la asistencia médica, a la educación de posgrado con residentes y becarios, a cursos de posgrado en Buenos Aires y ciudades más importantes del país, y a la investigación clínica. Como usted puede ver, seguiremos los principios de la Cleveland Clinic. El dinero no es la razón de mi partida. Si así lo fuera, tomaría en consideración las ofertas que de continuo recibo de diferentes lugares de Estados Unidos. El propósito principal es desarrollar un departamento bien organizado donde pueda entrenar a cirujanos para el futuro. Créame, yo seré el hombre más feliz del mundo si puedo ver en los años por venir una nueva generación de argentinos que trabajen en distintos centros del país resolviendo los problemas a nivel comunitario y dotados de conocimientos médicos de excelencia. Yo sé de todas las dificultades que afrontaré porque ejercí la profesión anteriormente en la Argentina. A los 47 años, lo lógico y realista sería permanecer en la Cleveland Clinic. Yo sé que estoy emprendiendo un camino dificultoso. Usted tal vez recuerde que Don Quijote fue español. Si yo no aceptara liderar ese Departamento en Buenos Aires, viviría el resto de mi vida pensando que soy un buen hijo de puta. Mi conciencia constantemente me diría: ‘elegiste el camino fácil’ ”.
Effler no tardó en responder por la misma vía epistolar. Dijo no estar sorprendido sino profundamente desilusionado. No obstante, luego de destacar sus virtudes profesionales, señaló: “Creo que has tomado la decisión correcta y desde aquí te apoyaré en todo lo que sea posible. Será interesante ver si una flor argentina que fue trasplantada al Estado de Cuyahoga puede ser retrasplantada en su origen. Es posible que haya ciertos fenómenos de rechazo que tendrás que enfrentar, pero reitero mi total confianza en ti y en tu futuro profesional”. Subrayó que la pérdida para la Cleveland Clinic iba a ser tremenda y “lamentada por la mayoría de nosotros”.
René hizo copias de su dimisión y se las entregó a Crile y a Sones. El primero expresó su pesar por la decisión, aunque celebró “las razones que han decidido tu regreso”. Sones, en cambio, le dijo que estaba loco e intentó infructuosamente convencerlo de que se quedara. Semanas después de que Effler comunicara la novedad a las autoridades, estas solicitaron al médico argentino que reconsiderara su postura. El titular de la fundación, Carl Erwin Wasmuth, le ofreció un ingreso de casi un millón de dólares al año, además de otros jugosos beneficios.
–Mi decisión es definitiva –respondió–. Lo lamento.
Pocas semanas después, la renuncia de Favaloro fue informada internamente a través de un memorándum. Inmediatamente la noticia circuló alrededor del mundo. Llovieron propuestas de trabajo, que rechazó una a una. “Dejaba una parte importante de mi vida en Cleveland. Solo sé que trabajé en un lugar honesto con absoluta libertad académica y lo que habíamos logrado era consecuencia de que, en realidad, éramos como una sola familia”, escribió. Como quería evitar una despedida lacrimógena, mantuvo en secreto la fecha de su partida. Aceptó una invitación para dar una conferencia en Boston y organizó el modo de volar desde allí directamente a Buenos Aires.
–No puedo entenderte amigo; estás cambiando un Cadillac por un Ford –le había dicho uno de sus habituales compañeros de quirófano, intentando hacerle ver el menoscabo al que lo llevaría su decisión–. ¿Sabés qué pasa? –le contestó–, ese Ford es mi patria.
Luego de 10 años en EE.UU., en 1971 volvió a Argentina con el sueño de crear un centro de atención como la Cleveland Clinic, que permita un nivel de atención médica de excelencia en cirugía cardiovascular. Como le había escrito a Effler: “Una vez más el destino ha puesto sobre mis hombros una tarea difícil. Voy a dedicar el último tercio de mi vida a levantar un Departamento de Cirugía Torácica y Cardiovascular en Buenos Aires. En este momento en particular, las circunstancias indican que soy el único con la posibilidad de hacerlo. Ese departamento estará dedicado, además de a la asistencia médica, a la educación de posgrado con residentes y fellows, a cursos de posgrado en Buenos Aires y en las ciudades más importantes del país, y a la investigación clínica. Como usted puede ver, seguiremos los principios de la Cleveland Clinic.”8.
Tras su llegada al país, Favaloro ejerció durante los primeros años en el Sanatorio Güemes, fundado en 1954, el cual atrajo su atención debido al gran crecimiento y su proyecto de expansión. En 1969 se instaló un flamante equipo de cineangiografía Philips, lo que colocó a la institución a la altura de los mejores centros del mundo y suponía el crecimiento del Departamento Cardiopulmonar8,10. Al llegar, en 1971, Favaloro se reencontró con el Dr. Luis De la Fuente (jefe de Hemodinamia del Sanatorio Güemes) y se hizo cargo del Departamento de Diagnóstico y Tratamiento de Enfermedades Torácicas y Cardiovasculares, allí trabajo a la par de su hermano Juan José durante 5 años. Académicamente el Servicio de Cardiología y Cirugía Cardiovascular logró ocupar un lugar privilegiado en el país y en el mundo por lo cual era el lugar de elección de los alumnos para perfeccionarse y aprender al lado de un gran maestro8.
En 1974, mientras el Dr. Favaloro realizaba su práctica médica en el Sanatorio Güemes, fue gestando la idea de formar un equipo de investigación. Así, le encomendó al Dr. Ricardo Pichel (Rector fundador de la Universidad Favaloro hasta 2014) el desarrollo de esa área. Durante varios años, Favaloro financió con sus propios recursos la mayor parte de los gastos. En 1978, la Sociedad de Distribuidores de Diarios Revistas y Afines (SDDRA), les otorgó en comodato un edificio, y así hizo posible el comienzo de las actividades de investigación y docencia. Esto permitió la creación del Departamento de Docencia e Investigación de la Fundación Favaloro en 1980 a cargo del Dr. Ricardo Pichel quien supo trabajar a la par de Favaloro durante varios años, lo que le permitió conocer la esencia de la persona detrás del reconocido cirujano. “We who have collaborated with him over many difficult years have come to know him as an immensely warm, sensitive, loyal, and indeed simple man. His Sicilian blood boils in the face of injustice, and yet he can be moved to tears when confronted by human suffering.”10 Años más tarde de realizar proyecto que le encomendó, Pichel escribió ‘‘After his first 10 years of work back in his own country, he could easily have retired on his laurels, to relax in the knowledge that he had truly done Good for his fellow man. Instead, he embarked on the Herculean task of developing an Institute whose characteristics (…) planning and construction took place during times of dramatic social and economic upheavals. After 10 years, the Institute is a reality’’10.
En 1975 construyó la Fundación Favaloro y continuó con su tarea de perfeccionamiento de más de 450 residentes provenientes de todo el país a través de seminarios, cursos, cirugías, y actividades prácticas. Desarrolló un sistema educativo intenso que capacitó a cirujanos y cardiólogos de toda América Latina, quienes a su vez ocuparon puestos en países latinoamericanos que anteriormente no tenían esta experiencia.
Brindó siempre todo su apoyo y colaboración a los investigadores, quienes contaban con plena libertad para ejercer sus tareas. Estaba convencido de que sin investigación –y en especial, investigación básica– no era posible el desarrollo de la Medicina. Con el tiempo, el Departamento de Docencia e investigación se convertiría en el Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas (IUCB) y la División de Investigación Básica en el Instituto de Investigación en Ciencias Básicas (IICB)8.
En Argentina, el primer trasplante de corazón lo realizó el doctor Miguel Bellizzi (1926-1991) el 31 de mayo de 1968, en la Clínica Modelo de Lanús, y fue el segundo en Latinoamérica y el número 18 en el mundo33,34. En 1980, Favaloro y su equipo realizaron en el Sanatorio Güemes numerosos trasplantes cardíacos. El 2 de junio de 1992 se inauguró una entidad sin fines de lucro en Buenos Aires conocida como Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Fundación Favaloro (Figura 11). Con el lema “tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico” se brindaban servicios altamente especializados en cardiología, cirugía cardiovascular y trasplante cardíaco, pulmonar, cardiopulmonar, hepático, renal y de médula ósea, además de otras áreas. Fue en ese proyecto en el que Favaloro concentró su mayor dedicación junto a otros profesionales altamente calificados. Aproximadamente el 25% de los pacientes operados en el Instituto no tenían seguro ni protección social, pero recibieron el mismo nivel de asistencia médica y las mismas facilidades que sus contrapartes aseguradas. Favaloro frecuentemente manifestaba “Nuestros pacientes siempre deben significar lo mismo para nosotros: pobre o rico; católicos, protestantes o judíos; blanco negro, o amarillo. Tienen alma, cuerpo y condición social”3.
En 1993, el IUCB inició el dictado de la Carrera de Medicina y carreras en el nivel de Posgrado. En 1998, con la creación de las carreras de Ingeniería, se amplió la oferta académica a otros campos del conocimiento, y en consecuencia el Ministerio de Cultura y Educación aprobó que la institución pase a denominarse Universidad Favaloro8.
Sin embargo, su interés no solo se limitó a la cirugía, sino que continuó enseñando y previniendo sobre distintas enfermedades infecciosas, creó campañas de concientización contra hábitos de vida perjudiciales como el cigarrillo, y denunció situaciones como hambre, pobreza, hacinamiento como las que se vivían en el País. Debido a esto, no solo es recordado por haber creado una técnica quirúrgica que marcó un nuevo rumbo en la atención médica, sino que continuó trabajando para mejorar la calidad de vida de la población de Argentina y de América Latina.
Esta actitud y compromiso tan característico de su personalidad lo acompañó en muchos de sus discursos y conferencias como la del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999, en la que refirió “La prevención y el control de enfermedades son fundamentales para el mejoramiento continuo de la salud de la población. Para ello se deben tomar medidas destinadas a producir cambios en el nivel de vida de las poblaciones marginadas y eliminar las desigualdades evitables e injustas en términos de salud y bienestar individual y colectivo, demanda persistente y creciente de las sociedades latinoamericanas”, y en la Conferencia internacional sobre la salud del corazón en los países en desarrollo. Una agenda para la acción para el siglo XXI, Nueva Delhi, India, 1999 “La prevención debería ser el aspecto más trascendente de nuestra especialidad. Estoy seguro de que, en el futuro, se harán menos angioplastias y menos cirugías de revascularización. La prevención, junto con los adelantos de la biología molecular relacionados con la genética, permitirán disminuir la incidencia de las enfermedades cardiovasculares”1,8.
Sus discípulos y staff
Discípulos y staff con René G. Favaloro fueron al inicio José Navia, Armando Roncoroni, luego Fernando J. Boullon, Ernesto Weinschelbaum, Víctor M. Caramutti, Héctor Raffaelli (primo de René), Mariano Favaloro (primo), José A. Abud, Roberto R. Favaloro (su sobrino), Eduardo Dulbecco y Héctor Alejandro Machain. Escapa a este trabajo el detalle de la carrea exitosa de cada uno de ellos.
Publicaciones
Además de su fundamental aporte en el quirófano y en el ámbito clínico, le dio gran importancia a la investigación y a la difusión de información médica. Realizó más de 100 publicaciones en revistas indexadas comunicando sus hallazgos y opiniones22,23,30,33. Su primera publicación que figura de PubMed es de 1963, y la última del año 200022,35,36.
Fue un amante de la escritura y durante muchos años dedicó su tiempo libre a escribir y publicar múltiples libros. Entre sus publicaciones más famosas se encuentran Surgical Treatment of Coronary Arteriosclerosis de 1970, Recuerdos de un médico rural de 1980, ¿Conoce usted a San Martín? de 1987, La Memoria de Guayaquil de 1991, De La Pampa a los Estados Unidos de 1993 y Don Pedro y la Educación de 1994, así como más de 250 trabajos de su especialidad en revistas no indexadas2,3.
Reconocimientos
Fue miembro activo de 26 sociedades, correspondiente de 4 y honorario de 43. Recibió innumerables distinciones internacionales entre las que se destacan: el Premio John Scott 1979, otorgado por la ciudad de Filadelfia, EE.UU; la creación de la Cátedra de Cirugía Cardiovascular “Dr. René G. Favaloro” (Universidad de Tel Aviv, Israel, 1980); la distinción de la Fundación Conchita Rábago de Giménez Díaz (Madrid, España, 1982); el premio Maestro de la Medicina Argentina (1986); el premio Distinguished Alumnus Award de la Cleveland Clinic Foundation (1987); The Gairdner Foundation International Award, otorgado por la Gairdner Foundation (Toronto, Canadá, 1987); el Premio René Leriche 1989, otorgado por la Sociedad Internacional de Cirugía; el Gifted Teacher Award, otorgado por el Colegio Americano de Cardiología (1992); el Golden Plate Award de la American Academy of Achievement (1993); el Premio Príncipe Mahidol, otorgado por Su Majestad el Rey de Tailandia en 1999, entre otros8.
Homenajes al Dr. René G. Favaloro
En Jacinto Arauz se realizó en su honor un Museo que fue inaugurado el 27 de septiembre de 2003 en la ex estación ferroviaria con el objetivo de rendir un profundo homenaje a los médicos que dedicaron parte de su vida a la medicina rural araucense. En el lugar se pueden ver fotos, instrumental quirúrgico, objetos y recursos, entre otros, de las figuras de los médicos Dardo Rachou Vega, Juan Munuce y en especial de René y Juan José Favaloro (Figura 12). Junto a este se creó un paseo histórico a través de las instalaciones que formaron parte de su ejercicio médico durante esos diez años entre las que se encuentran: el museo propiamente dicho, la clínica que formó con la ayuda del pueblo, la iglesia Valdense donde daba charlas médicas, la vivienda donde se encontraba el consultorio del doctor Rachou Vega, la única farmacia de la localidad en ese entonces, la casa de su tío quien lo llevó inicialmente a ejercer allí y por último el monumento levantado en su honor llamado “pasaje Favaloro” (Figura 13).
El humanismo y la generosidad de René llegaron a mucha gente en situación de necesidad y desamparada. Sus valores y su dedicación a las personas son los que continúan vigentes a pesar de su fallecimiento, y son las razones por las cuales es tan recordado y querido. Esto mismo puede verse en la poesía “El agradecido” dedicada a Favaloro por Víctor Hugo Valles y el Maestro Eduardo Falú en guitarra con un ritmo de bailecito37.
Desde 2010, por la Ley 3523 sancionada por la Legislatura Porteña, el predio de la plaza ubicada en las calles Rojas y Bacacay fue bautizado “Paseo de la Vida: Dr. René Favaloro” (Figura 14). Además de ello, una calle de la provincia de Buenos Aires y distintas de varias ciudades del país llevan su nombre y como se ha mencionado la creación de la Cátedra de Cirugía Cardiovascular “Dr. René G. Favaloro” en Universidad de Tel Aviv, Israel, en 1980.
El bypass en la actualidad
En la actualidad, alrededor de 5 mil cirugías cardiovasculares se realizan por año en la Argentina (datos exactos se conocerán con los resultados del Registro Argentino de Cirugía Cardíaca ARGEN-CCV que inició en 2021), con riesgos quirúrgicos muy bajos, y solo en EE.UU. se realizan alrededor de 400.000 cirugías coronarias anuales38. Es a su vez una de las cirugías más practicadas a nivel mundial año a año. Estos números se acompañan de un incremento de la esperanza de vida de la población y los altos estándares de calidad alcanzados por la cirugía cardíaca han hecho que todos sus procedimientos también se apliquen en pacientes de hasta 80 o 90 años con razonable seguridad.
Hoy a 48 años de su creación, la Universidad Favaloro sigue vigente como una de las instituciones educativas más prestigiosas de Latinoamérica. El sueño iniciado por Favaloro en 1975 continúa en la actualidad gracias al trabajo de sus sobrinos médicos, Roberto y Liliana. Roberto realizó su residencia en cirugía cardiovascular en el Sanatorio Güemes y tuvo el privilegio de tener a René como jefe y mentor. Actualmente, se desempeña como cirujano y jefe de Cirugía Cardiovascular de la Fundación Favaloro. Su sobrina Liliana, médica cardióloga y profesora de la fundación, es actualmente la jefa de la Fundación Favaloro.
Tras la crisis del 2000, fueron Roberto y Liliana quienes tomaron la responsabilidad de intentar salvar la fundación de las múltiples deudas que la acechaban y poder continuar con el sueño de su tío. Al trabajo asistencial debieron sumarle la parte administrativa para poder saldar las deudas, mantener el personal y continuar con el gran volumen quirúrgico que había en la institución. Liliana comentó: “Nos encontramos con que había que rascar la olla y sacar del fondo. Las obras sociales adeudaban mucha plata, pero después de la muerte de René empezaron a pagar y así pudimos sostenernos”8.
El crecimiento no fue solo en el ámbito administrativo, sino que en los últimos años hubo un gran crecimiento en la parte asistencial. Se incorporó el área de Cirugía General y Trasplante. También cirugía de esófago, bariátrica, traumatología y el Instituto de Neurociencias. La Fundación se transformó en un hospital polivalente lo que permitió también el crecimiento de la Universidad Favaloro8.
En los últimos 30 años en la fundación se realizaron más de 27.000 cirugías cardíacas centrales (el 55% fueron bypass coronarios) y se concretaron más de 3400 trasplantes de órganos sólidos8.
Una difícil decisión
En el año 2000, cuando Argentina experimentaba una crisis económica y política profunda, la Fundación Favaloro también sufría la peor de sus épocas en el contexto financiero, ya que debía unos 75 millones de dólares a consecuencia de que las más importantes obras sociales del país no realizaban sus pagos y las grandes instituciones no brindaban subsidios22. La crisis que experimentaba la fundación también se debía a los grandes principios del doctor Favaloro, puesto que no coincidían con el sistema corrupto del ambiente médico: las obras sociales pedían porcentajes de las ganancias para cancelar deudas; en el área privada, pedían comisión para enviar a pacientes de cirugía a la fundación; además, la fundación atendía a pacientes sin distinción económica o social, aun sabiendo que no recibiría ingreso alguno.
En la fundación fue necesario el recorte de personal, lo cual no pudo tolerar Favaloro23. Por lo expresado anteriormente, se encontró desesperado y desilusionado, no pudo tolerar que en el país se hubiera instalado ese sistema hipócrita que no apoyaba a la educación, ni a la salud, ni a la ciencia39. Así fue como el 29 de julio del año 2000, a los 77 años, tomó la trágica decisión de quitarse la vida de un disparo al corazón. Ese corazón destrozado era un símbolo. El mensaje póstumo de un hombre que había construido una imagen personal impoluta que era su mayor capital y pensó hasta el final en la trascendencia. Lo atravesaban emociones contrapuestas: por un lado, estaba a punto de casarse con Diana Truden, la mujer de la que estaba perdidamente enamorado y a la que le llevaba 46 años. Tenían fecha en el civil para el mes siguiente, habían blanqueado su noviazgo apenas un mes antes. Por otro, la fundación con su nombre, que era su verdadero orgullo y la pasión de su vida, atravesaba una profunda crisis financiera que amenazaba con correrlo de su rol ejecutivo. Favaloro fue tan meticuloso como en el quirófano para planear su suicidio. El sábado 29 de julio de 2000 se despertó con su novia en su departamento de la calle Dardo Rocha. Ya había escrito varias de las siete cartas que la policía iba a encontrar después prolijamente ordenadas sobre la mesa del comedor40-43.
Había almorzado ahí con Diana a las 13.30 y, después de que ella se fue a su casa a buscar ropa para mudarse con él, cerró la puerta de servicio y dejó la llave puesta. Esa mañana, a las 8, había ido a la Fundación Favaloro donde pasó por Docencia e Investigación por última vez. Lo vieron taciturno, pero eso era habitual en él. Después de comer, cuando se despidió de Diana, le dijo que iría a La Plata a visitar a su sobrino Coco.
En vez de eso, se duchó, se afeitó, y volvió a ponerse el pijama. Entonces, escribió una última carta. La de Diana ya estaba en un sobre lacrado, junto a otro en el que se leía: “Cosas de Diana, deben ser devueltas en sobre cerrado a Diana Truden”. En esa nota, que luego quedaría guardada en la caja fuerte del Juzgado de Instrucción 41, secretaría 112, le decía: “Ha llegado el momento de la gran decisión… Tú no eres culpable de nada… Mis proyectos se han hecho pedazos. No puedo cambiar los principios que siempre me acompañaron. Creo que la Fundación se derrumba. No podría aguantar como testigo lo que construí, con tanta fuerza, ahora su destrucción. Estoy cansado de luchar y luchar. Remando contra la corriente en un país que está corrompido hasta el tuétano. Tú eres testigo de mi sufrimiento diario. Te agradezco todo lo que me has brindado. Particularmente en este último año”. Era la sintaxis errática de un espíritu atormentado43.
“Nunca podrás imaginar cuánto te he amado –seguía la carta para la mujer de 31 años que era además su secretaria–. Nunca tuve nada igual. No se puede comparar con nada semejante de mi pasado. Tú has sido mi grande y verdadero amor. Siempre me he sentido un poco culpable. Nunca debí permitir que nuestro amor llegara tan lejos. Cuarenta y seis años es una gran diferencia. Y no te pude brindar hijos. Reza un poco por mí. Sé que te recuperarás porque eres fuerte. El tiempo lo arregla todo. Sé que sufrirás un poco al principio, pero tú también me amaste… Espero que encuentres el hombre que hagas feliz. Dios así lo querrá. No sufras, por favor, no sufras mucho. Tienes muchos desafíos por delante. El más importante es escribir, escribir y escribir. Tienes grandes condiciones para hacerlo. Te he amado con locura. Estaré pensando en ti, solamente en ti, hasta el último segundo. Un abrazo grande, muchos besos, René”43.
Las otras cartas que había dejado sobre la mesa estaban dirigidas a su empleada doméstica, Ramona Jiménez –para quien agregó en el sobre un fajo de dólares–; a sus sobrinos, “hijos de Juan José”; a Roberto Favaloro –su otro sobrino, casi un hijo, hoy presidente honorario de la Fundación–. La única difundida originalmente al ser liberada por el juez de la causa, decía en el encabezado: “A mis amigos y familiares”. Tenía fecha de ese mismo día a las 14.30.
Ahí escribió en tinta azul, con caligrafía perfecta y el mismo pulso firme que le permitió seguir operando hasta el final: “Me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. [...]] Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata. No puedo cambiar. No ha sido una decisión fácil pero sí meditada. No se hable de debilidad o valentía. El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano”. Pedía que lo cremaran de inmediato y tiraran sus cenizas en Jacinto Arauz, el pueblo de La Pampa en donde había comenzado su carrera como médico rural. Quería ser recordado así40,41,43.
En el espejo del baño en el que lo encontraron, pegó con cinta scotch otras dos notas que se mancharon de sangre después del disparo. Fueron las primeras en hacerse públicas. En una, dirigida a “las autoridades competentes”, aseguraba haber tomado esa “decisión personal”, después de “haberla meditado largamente”, y dejaba indicaciones precisas para seguir después del hallazgo de su cuerpo. En la otra se alcanzaba a leer: “Avisar a Roberto y a Liliana –sus sobrinos–”, junto a los números de teléfono de los dos; del texto, que se volvió borroso, sólo se veía claro el “Hasta siempre” escrito en cursiva con el que se despedía43.
Después de su muerte se supo que le había enviado una carta al entonces presidente de la nación, el doctor Fernando de la Rúa (1937-2019), en la que expresaba su cansancio de “ser un mendigo en su propio país”22. Además, se dio a conocer su última carta explicando todas las razones por las que había tomado la drástica medida de privarse de la vida. En esta narra el compromiso con su patria dedicándose a la docencia, la investigación y el asistencialismo médico; muestra cómo sus ánimos de progresar fueron frustrados por falta de apoyo socioeconómico; destaca las innumerables cartas y entrevistas que realizaba tratando de recaudar fondos para la fundación; manifiesta su gran disconformidad con el sistema, y realiza fuertes afirmaciones: “En este momento y a esta edad, terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla”. Él mostró incesantemente su disconformidad con la situación en que vivía: “Quizás el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario, se castiga.” Expresaba que la sociedad argentina necesitaba su muerte para tomar conciencia de los problemas en los que estaba envuelta40,41.
Mientras empuñaba el revólver, una carta al presidente De la Rúa dormía en un cajón de la Casa Rosada. Nunca fue publicada en un diario. Decía: ‘‘Estimado Fernando: Te escribo estas líneas porque nuestra Fundación está al borde de la quiebra (...). Tenemos emergencias ineludibles que deben solucionarse en los próximos días. Necesitamos alrededor de seis millones de pesos. En fin, te ruego que influyas para conseguir una donación urgente, creo que es el camino más corto. Perdóname por el pedido. Te escribo desde la desesperación. Nunca en mi vida estuve tan deprimido. Con el afecto de siempre, René Favaloro.’’40.
De la Rúa aceptó hoy que no leyó la carta a tiempo, pero rechazó las imputaciones sobre falta de apoyo oficial: ‘‘De ningún modo hubo abandono a Favaloro. Al contrario, estábamos encima. Teníamos una relación de mucho afecto y amistad. Fue mi asesor en la Nación y en la Ciudad’’41.El expresidente rompió el silencio sobre el plan ofrecido: ‘‘El buscaba una solución integral. Entonces, por indicación mía, se comenzó a evaluar con Héctor Lombardo (ministro de Salud) alguna forma de integración del Estado con la Fundación. Se pensó en la estatización y que siguieran operando ellos, aunque había que articularlo con el hospital público. Es cierto que se necesitaba una asistencia extra, porque el Congreso había suprimido los subsidios’’41. Confirmó esa estrategia Néstor Pérez Baliño, entonces subsecretario de Atención Primaria de la Salud y luego presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología: ‘‘Favaloro me dijo que el presidente había entendido el problema. Íbamos a estudiar el posible acople y se pensó en crear una comisión de expertos, pero a la semana murió’’41.
Posteriormente, Fernando de la Rúa mencionó ‘‘Le propusimos a René Favaloro estatizar su Fundación, días antes de su trágico final”. El Estado lo ayudó en su momento. En 1994 comenzó a recibir subsidios oficiales por 17.5 millones de dólares anuales, por partida específica del Presupuesto Nacional. La crisis los fue mermando y en 1998 ya no existían. Pero siguió vigente un convenio con el Ministerio de Salud, mediante el cual el Estado se hacía cargo del costo de operaciones de pacientes indigentes. Una planilla de pagos de 2000, a la que tuvo acceso Clarín, señaló que la Fundación recibió ese año 5.770.000 dólares41. Se dice que no fue una actitud intempestiva, ya que a su novia Diana Truden ya le había confesado sus deseos de matarse en enero de 2000. Luego, en abril, hizo el trámite para obtener el permiso de portación del revólver que finalmente usó41. La insinuación que lo terminó de demoler jamás fue aclarada por nadie hasta hoy. La desnudó él mismo, en su carta de despedida a amigos y familiares. Decía: ‘‘El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse. Hemos tenido reuniones con mis colaboradores más cercanos (...) me aconsejaban que, para salvar a la Fundación, debemos incorporarnos al ‘sistema’; sí, a los retornos; sí, al ‘ana-ana’, ‘pondremos gente a organizar todo’. Hay ‘especialistas’ que saben cómo hacerlo. Aclararemos que vos no sabes nada, que no estás enterado. En estos momentos, a esta edad, terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros, mis profesores, me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar. Prefiero desaparecer’’40,42.
Conclusión
Hoy en día, a 56 años de su descubrimiento y 23 años después de su fallecimiento, su técnica quirúrgica, aunque modificada, sigue vigente debido a que transformó la aterosclerosis coronaria, altamente prevalente, de una enfermedad mortal a una crónica y tratable. Su nombre, por otra parte, sigue siendo recordado por la medicina mundial, pero principalmente por sus colegas y toda la población argentina, sus principios y convicciones lo acompañaron hasta el día de su muerte un 29 de julio de 2000 en el que sumido en una deuda con la Fundación y en un contexto de crisis económica y política en el País, decidió quitarse la vida. En una de las 7 cartas que dejó tras su fallecimiento manifestó que “La sociedad argentina necesitaba su muerte para tomar conciencia de los problemas en los que estaba envuelta”.
Con esta estrofa del poema gauchesco Martín Fierro de José Hernández ‘‘Mas naides se crea ofendido / pues a ninguno incomodo. / Y si canto de este modo / por encontrarlo oportuno, / no es para mal de ninguno, / sino para bien de todos’’ René Favaloro homenajeó a Paul Dudley White (1886-1973), pero podrían aplicarse también a su persona42. Ya que describe aquellos rasgos exquisitos que lo caracterizaron como ser humano, más allá de sus hazañas pioneras en cirugía cardíaca y cardiovascular. Su feroz persecución del bien común y su conmovedora honestidad lo han hecho único. Veintitrés años después de su muerte, quienes lo conocieron (y quienes desearían haberlo conocido) todavía lamentamos su pérdida. Al decir de Cushing en la frase del acápite, escribimos este trabajo para que esta personalidad de la medicina argentina no se desvanezca en el olvido…
Agradecimientos
Al Dr. Ricardo H. Pichel y Héctor A. Machain, por la lectura crítica y aportes a este manuscrito.
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