Carta al Editor
La primera mujer médica del Hospital Británico y pionera de la Oncología: Dra. Justina Lady Martínez (1937-2024)
María Alejandra de Baldrich
Revista Fronteras en Medicina 2024;(04): 0311-0314 | DOI: 10.31954/RFEM/202404/0311-0314
Los autores declaran no poseer conflictos de intereses.
Fuente de información Hospital Británico de Buenos Aires. Para solicitudes de reimpresión a Revista Fronteras en Medicina hacer click aquí.
Recibido 2024-09-13 | Aceptado 2024-10-08 | Publicado 2024-12-31
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La Dra. Justina Lady Martínez, exjefa y consultora del Servicio de Oncología, falleció el 1 de junio del 2024 (Figura 1). No solo vio nacer la Oncología Médica como especialidad, sino que fue pionera de su instrumentación efectiva a nivel nacional. Aportó esperanza de sobrevida a pacientes oncológicos de una generación. Supo dejar una impronta de humanidad en su trabajo. Eligió acompañar a los enfermos en su momento más crítico, el tránsito por las enfermedades neoplásicas terminales. Se la consideró dentro de un grupo de maestros de la medicina1.
Fue la primera mujer que accedió a los siguientes cargos dentro del Hospital Británico de Buenos Aires: residente, médica de planta de Clínica Médica y luego jefa y consultora del Servicio de Oncología2. A instancias del editor de esta revista, se develaron hallazgos testimoniales desconocidos hasta el momento: la Dra. Justina Martínez fue la primera mujer que ejerció la medicina dentro del Hospital Británico.
Fue pionera de la instauración de la Oncología como especialidad en el país.Tuvo la dicha de participar en el grupo fundador del Hospital Universitario Austral, donde ejerció su especialidad.
Los orígenes de la Oncología Médica Argentina se habían gestado a raíz de trabajos aislados de los Dres. Pedro J. Otamendi, Ángel Roffo, Ofelia Trímboli y Roberto Aquiles Estévez3. España había sido la primera nación europea que instauró residencias hospitalarias, en la primera mitad de XX. Recién pudo plasmarse como una disciplina eficiente con el advenimiento de métodos de diagnóstico precisos y terapias innovadoras, en la segunda mitad del siglo XX. Se la reconoció como una especialidad española en 19784,5.
Justina Lady Martínez se recibió de médico en el año 1963. Ingresó a la primera residencia de Clínica Médica, del Hospital Británico, donde ejerció junto a los Dres. John D.C. Emery y Juan Humphreys, durante los años 1964 a 19662,6. Los pormenores de aquella residencia —relatados por el Dr. Humphreys— resultan imprescindibles para comprender la idiosincrasia británica del hospital, la diferencia con otras instituciones y el ambiente profesional predominantemente masculino de aquella época. Dicha publicación se encuadra dentro del “posmodernismo histórico”, ya que describe la vida cotidiana, que aún no había sido recabada en profundidad2.
La Dra. Martínez ingresó como médica interna en 1967, equivalente a médica de planta, disciplina que ejerció en nuestro hospital. Fue incorporando pacientes oncológicos a su práctica diaria, quizás por percibir la carencia de tratamiento y contención para estos enfermos. Se convirtió en una testigo privilegiada al asistir al nacimiento de la oncología mundial, dentro de su área de conocimiento. No tardó en abocarse a lograr una capacitación, viajó a Milán, Italia, y posteriormente España, donde recibió formación oncológica. Ejerció dentro del Servicio de Mastología, bajo la jefatura del Dr. Leonardo Mc Lean, desde 1987 a 19977. Recibió el título de oncóloga en 1997. De esta manera, cimentó la base para la creación del Servicio de Oncología dentro del Hospital Británico, donde se desempeñó como jefa, de 1999 a 2003. Asistió a numerosos congresos en el exterior (Figura 2) y participó en diversos protocolos de investigación.
El sostenido crecimiento de la unidad oncológica requirió incorporar nuevos especialistas, los Dres. Gonzalo Rubio y Ernesto Korbenfeld, en los inicios. Se convocó a la Dra. Karina Vera, egresada de la residencia de Clínica Médica, con posgrado en Oncología cursado en Francia. Los Dres. Luciana Bella Quero y Jorge Puyol se sumaron con posterioridad, este último en el Hospital Británico de Vicente López. La elección del Dr. Carlos Silva, actual jefe del Servicio, resultó una medida estratégica para configurar un enclave de referencia y derivación.
La acción sinérgica con el ex jefe de Radioterapia, el Dr. Gilberto Giovanelli, aportó un enfoque multidisciplinario imprescindible. Se trató de una excelente dupla profesional, tanto en el trabajo asistencial, como en el académico. El Dr. Giovanelli formó equipo conjunto con los médicos clínicos tratantes. Por iniciativa suya existió el intenso y prolongado debate sobre la posibilidad de adquirir una bomba de cobalto para el hospital. Este proyecto fracasó al transformarse en una meta inalcanzable, condicionada por los vaivenes económicos nacionales.
La segunda médica que ingresó en nuestro hospital fue la Dra. Gisela Duhm, dermatóloga, en 1968. Ella se había formado en el Servicio y 1ª Cátedra de Dermatología de la Universidad de Buenos Aires del Hospital Ramos Mejía, con el Dr. Pedro H. Magnin, un erudito. Solía cubrir las licencias del Dr. Magnin, único dermatólogo y jefe de Servicio desde 1957. La Dra. Duhm fue una reconocida deportista de salto ornamental, cuyos logros internacionales figuraban en los periódicos. Fue la primera mujer jefa de Servicio, entre los años 1980 a 1997. El motivo de esta misiva es dejar sentado otro hecho suplementario desconocido: la Dra. Martínez fue la primera médica de planta del hospital y la Dra. Duhm la primera jefa de un Servicio dentro de nuestro hospital8. La relación entre ambas llegó a ser muy estrecha. La amistad persistió en el tiempo, se transmitió a sus discípulos, y es el motivo por el cual me veo involucrada en esta historia. Hace varias décadas, Mastología, Endocrinología y Dermatología, se encontraban emplazados a continuación del hall cercano a calle Caseros, de nuestro hospital central. Resultaba natural que surgiera un gran compañerismo entre las médicas de esos sectores.
La Dra. Martínez cofundó el Hospital Universitario Austral, al que se trató de imprimir el mismo ideal que la Clínica Universidad de Navarra. Fue, también allí, la primera jefa de Oncología y luego consultora, desde el año 2000. Aquí ejerció con los Dres. Leonardo Mc Lean, Ricardo Dodds, Jorge Amestoy, Enrique Malbrán, César Bergadá, Fernando Magnanini, Roberto De Rosa, José Navia y Miguel Tezanos Pinto. El ejercicio profesional, aquí, representó una gran satisfacción para Lady.
La carrera de la Dra. Martínez culminó al ser nombrada consultora de los dos servicios que había fundado, tanto en el Hospital Británico, como en el Hospital Universitario Austral.
Un hecho relevante de su carrera constituyó la atención de una paciente, a raíz del atentado a la Embajada de Israel, de calle Arroyo 910, en el barrio de Retiro, en marzo de 1992. Había sido dada de alta del Hospital Ramos Mejía, compensada, con esquirlas de metal y vidrio, incrustadas en piel de tórax y zona mamaria. Fue llevada al Servicio de Mastología del Hospital Británico, donde Justina procedió a remover los cuerpos extraños, con superlativa eficiencia. Esa faceta de intervenir heridas de guerra con solvencia, la reflejaba en toda su dimensión.
La siguiente anécdota define el espíritu de aquellos primeros médicos. El Dr. John Emery se encontraba examinando a una paciente, en su consultorio de Clínica Médica, cuando una secretaria abrió la puerta, de manera intempestiva, sin golpear. Quedó expuesta la desnudez relativa de la mujer que estaba atendiendo. Este hecho constituyó un problema ético, que el Dr. Emery resolvió removiendo de su cargo a la secretaria. Prevaleció la responsabilidad de proteger a la persona que se entrega, confiadamente, durante el acto médico. Representó un manifiesto de principios, un testamento. Y el eco del “deber ser” médico, originado en los inicios de la práctica del arte de curar.
El enorme afecto que despertaba Justina Martínez me llevó a indagar la trama íntima de su vida privada. Nació en Rosario, provincia de Santa Fe. Fue la cuarta hija de Celestino Martínez y Valentina Rodríguez, que emigraron desde la región de Bierzo, provincia de León, España, hacia Argentina, en 1921. Después de la Primera Guerra Mundial, a pesar de la neutralidad española, habían surgido problemas económicos, políticos y sociales que determinaron la migración parental. Justina y sus hermanas, Elba, Olga y Angélica, se educaron en un ambiente de prosperidad, debido a la visión comercial y cultura de trabajo de sus padres. Fundaron diferentes empresas familiares, una de las cuales aún subsiste. No fueron golpeados por la Segunda República, ni por la Guerra Civil Española, pero a raíz de esto inculcaron a las hijas un gran sentido de solidaridad. Una ley prohibía el ingreso de ropa nueva a España, durante la post guerra civil. Por eso, Lady y sus hermanas gastaban las suelas de zapatos nuevos, en el tronco de un árbol, antes de enviarlos a parientes y amigos de León.
Lady egresó como perito mercantil de la Escuela Nacional de Comercio de Señoritas, Capitán General Justo José de Urquiza, en 1954. Sufrió una peritonitis que la indujo a plantearse la importancia del tratamiento del dolor. Esto resultó decisivo en el momento de elegir su carrera. Estudió en la Facultad de Ciencias Médicas, de la Universidad Nacional del Litoral y en la Universidad de Córdoba, de manera alterna, buscando una formación óptima. Se había destinado una habitación para ella, con escritorio, libros y el correspondiente cráneo óseo. Tras recibirse, ingresó al Hospital Británico de Buenos Aires.
La Dra. Martínez cumplió, sin proponérselo, las máximas de austeridad que la Dirección Médica y Matron (jefa de Enfermeras) habían estipulado: no usar pantalones, botas, joyas, o bijouterie llamativas.
Hace varias décadas, Mastología, Endocrinología, Dermatología, se encontraban emplazadas en una ubicación contigua al actual Servicio de Clínica Médica, del Hospital Británico Central. Resultó natural que surgiera un gran compañerismo entre las médicas de aquel sector, que se hizo extensivo a nuestra enfermera, María Chavarría. Justina promovió reuniones en su casa, con sus amigas del hospital, a las que asistí junto a las Dras. Gisela Duhm, Nilda Llacer (ginecóloga), Claudia Shanley (hematóloga) y Marcela Morán (endocrinóloga).
Compartí su consultorio de calle Córdoba, que contaba con computadora, en aquella época un objeto suntuario, muy poco común. Representaba un lujo indispensable para redactar historias clínicas y elaborar protocolos de investigación.
Sabía la hora exacta del “Angelus”, sin mirar los relojes. Algo tan del pueblo español, tan de Bierzo, donde se había escuchado el tañido de campanas, durante siglos, a esa hora exacta.
Mantuvo con Patricia, la hija de una paciente portuguesa, que falleció, una relación tutelar y de amistad maravillosa. Fue parte de su vida, como si se tratara de su propia familia. Y, cuando hizo falta, Patricia cuidó de Lady con la mayor dedicación imaginable.
Sentía un gran amor por los perros, en especial los salchichas de pelo duro, pasión compartida con la Dra. Gisela Duhm y el Dr. Juan Humphreys. Tuvo la suya: Renata. Justina se sometió a una operación valvular de gran complejidad, en Bilbao, España. Había sido derivada por el Dr. Humphreys. El nexo con el Dr. José Manuel Revuelta, un eximio cirujano español, lo gestionó el Dr. Blas Mancini, cirujano cardiovascular de nuestro hospital. El Dr. Mancini estuvo presente durante la operación. Lady se recuperó y volvió a su trabajo por muchos años.
Sufrió un accidente derivado de su operación valvular, mientras conducía su auto hacia Pilar, en diciembre de 2016. Fue internada en el Hospital Universitario Austral y luego derivada al Hospital Británico. En esa oportunidad expresó: “Menos mal que no maté a nadie”. Abandonó el ejercicio de la medicina por las secuelas. No obstante, siguió organizando reuniones sociales con los Dres. Leonardo Mc Lean, Claudio Paletta, Marta Sanguineti, Domingo Turri, sus amigas del Británico y Patricia. La visité durante esos años de convalecencia, tan duros. Recibió asistencia de una enfermera profesional, cuyo nombre y apellido eran, respectivamente, Flor María. Ingresó con ella al Hospital Británico por una enfermedad infecciosa. Murió pocas semanas después, siempre acompañada por sus sobrinas de Rosario y por Patricia, la hija de su paciente fallecida, que había adoptado.
No creo que temiera la muerte. Se fue en paz con su vida, con las personas y con Dios.
En cuanto a su ausencia, rescato el concepto de Clive Staples Lewis: “El dolor de hoy forma parte de la felicidad de entonces”9.
Agradezco los testimonios de:
• Graciela, sobrina de Justina Lady Martínez, y Patricia, amiga (ambas prefieren que su apellido no se divulgue).
• Dr. Juan Humphreys.
• Dr. Pablo Young y Dra. Gisela Duhm, quienes lograron establecer la cronología de las primeras médicas del Hospital Británico de Bs. As, en las salas y en los consultorios.
Vida. La Revista del Hospital Universitario Austral 2014;36:10-6.
Humphreys J. Recuerdos de la primera residencia en el Hospital Británico. Fronteras de la Medicina 2024;19:135-8.
Estévez Magnasco AI, Young P. El nacimiento de la quimioterapia latinoamericana en el seno de una pareja de jóvenes investigadores. Fronteras en Medicina 2019;14:1918.
Lizón Giner J. En: Libro Blanco de la Oncología en España. Comisión de las Sociedades Españolas para la planificación oncológica en España. Barcelona, Ed. JIMS S.A, 1988; pp 17-28.
Díaz-Rubio García E. En: Libro Blanco de la Oncología en España. Comisión de las Sociedades Españolas para la planificación oncológica en España. Barcelona, Ed. JIMS S.A, 1988; pp 28-54.
Young P. Dr. Juan David Carlos Emery (1939-2024): la pérdida de un Maestro. Fronteras en Medicina 2024;19:75-7.
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Emery JDC. Historia del Hospital Británico, 1844- 2010. Ed. Akian Gráfica. Editora S.A.; 2016.
Lewis C.S. Una pena en observación, Barcelona, Ed. Anagrama; 2014.
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